Durante décadas, las redes de distribución de gas han constituido una infraestructura clave para garantizar el confort térmico en hogares, negocios e industrias. En Cataluña, más de 2,2 millones de puntos de suministro están conectados a esta red consolidada. Hoy, en pleno proceso de transición energética, estas infraestructuras tienen la oportunidad de asumir un nuevo papel. Desde AIGUASOL, nos propusimos explorar cómo reutilizar y adaptar las redes existentes para facilitar la integración de gases renovables —como el biometano y el hidrógeno verde— y así contribuir a un sistema energético limpio, eficiente y distribuido, en el marco del proyecto REGENERA.

La electrificación directa es, sin duda, un pilar fundamental de la descarbonización. Sin embargo, no todos los usos energéticos pueden electrificarse fácilmente. Algunos procesos industriales —especialmente aquellos que requieren altas temperaturas— seguirán necesitando combustibles. En el ámbito doméstico, las calderas de gas continúan ofreciendo un rendimiento térmico eficiente, con equipos compactos, de fácil mantenimiento y larga vida útil.

No obstante, es necesario cambiar la fuente de ese gas. El gas natural, aunque más limpio que otros combustibles fósiles, sigue siendo una fuente de energía no renovable. Aquí es donde entran en juego los gases renovables. Disponemos ya de una red amplia, robusta y plenamente operativa. ¿Por qué no aprovecharla para transportar gases que no generen emisiones?

Soluciones integradas para la transición energética

Una de las opciones más maduras y ambiciosas es el biometano, producido a partir del biogás generado mediante digestión anaerobia de residuos orgánicos —agrícolas, ganaderos o municipales—. Una vez purificado, este biogás se convierte en biometano: una molécula prácticamente idéntica al gas natural, pero de origen renovable y apta para ser inyectada en la red.

A lo largo del proyecto REGENERA, hemos constatado que esta vía no solo es técnicamente viable, sino también mucho más eficiente que otros usos tradicionales del biogás, como la cogeneración eléctrica, especialmente en el actual contexto regulatorio y de mercado.

Imagen: Enagás

La trazabilidad y la integración son clave. Gracias a los certificados de garantía de origen (GdO), es posible garantizar que el gas renovable se consume de manera transparente. Cada vez existen más casos reales que lo demuestran: desde plantas como Noguera Renovables o Biometagas La Galera, hasta iniciativas públicas como el proyecto BioVO en el Vallès Oriental, que utiliza biogás procedente de plantas de residuos para generar biometano destinado a flotas municipales.

El otro gran vector analizado en el proyecto REGENERA es el hidrógeno verde, producido a partir de electricidad renovable mediante electrólisis. El hidrógeno presenta múltiples aplicaciones, desde el almacenamiento energético hasta la sustitución parcial de combustibles fósiles. Una estrategia realista a corto plazo es el blending, es decir, la mezcla de un pequeño porcentaje de hidrógeno con gas natural en la misma red. Esta opción permite introducir hidrógeno en el sistema sin requerir grandes modificaciones técnicas ni costes excesivos. Ya existen proyectos piloto —como el de Redexis en Mallorca— que demuestran su viabilidad.

Ahora bien, es importante tener en cuenta que las redes actuales no están diseñadas para transportar grandes volúmenes de hidrógeno. A largo plazo, si se quiere apostar por este vector a gran escala, será necesario desarrollar infraestructuras específicas. Sin embargo, en entornos de transición —como hemos comprobado en el proyecto REGENERA— el blending puede ser una herramienta útil para familiarizarnos con su comportamiento técnico, económico y logístico.

Imagen: AtlantHy

También hemos evaluado otras opciones, como la producción de metano sintético —combinando CO₂ capturado con hidrógeno verde— o el metanol verde. A pesar de su potencial, se trata de tecnologías en fase piloto y con costes elevados. Por el momento, la inyección directa en la red es la vía más eficiente e inmediata para valorizar estos gases.

Como socio técnico del proyecto, AIGUASOL ha liderado el análisis económico de estas soluciones. Los resultados apuntan claramente hacia un modelo en el que las redes de gas existentes pueden desempeñar un papel clave como apoyo a la transición energética, si se transforman progresivamente para acoger gases renovables.

Repensar el sistema energético aprovechando los gases renovables

La descarbonización no consiste únicamente en cambiar la fuente de energía, sino en repensar todo el sistema. Y eso implica aprovechar lo que ya tenemos, adaptándolo de forma inteligente. El proyecto REGENERA ha demostrado la viabilidad de esta transformación, así como su necesidad y rentabilidad. Los gases renovables ya no son una promesa de futuro: son una realidad técnica, con aplicaciones concretas, escalables y con un impacto directo en la sostenibilidad de nuestro sistema energético.

Imagen: REGENERA

En AIGUASOL trabajamos para que la innovación energética sea útil, aplicable y sostenible. El proyecto REGENERA es un claro ejemplo de cómo podemos combinar experiencia técnica y visión estratégica para transformar retos ambientales en soluciones tangibles. Seguiremos apostando por proyectos que, como este, den una nueva vida a las infraestructuras existentes y nos ayuden a avanzar hacia un futuro climáticamente neutro.

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