Durante décadas, el debate sobre los bosques se ha centrado casi exclusivamente en la extinción de incendios forestales. Sin embargo, el fuego suele ser la manifestación final de un problema estructural: años de abandono y de falta de gestión activa. Reducir el riesgo de grandes incendios implica actuar sobre esta causa profunda, caracterizada por bosques demasiado densos, con exceso de combustible y una diversidad de usos cada vez más reducida.

La biomasa forestal como vector estratégico

La valorización de la biomasa forestal, en el marco de una gestión sostenible, emerge como una herramienta esencial para revertir esta situación. Su aprovechamiento permite:

• Disminuir la densidad y la continuidad del combustible forestal.
• Recuperar paisajes en mosaico agroforestal más resilientes a los efectos del cambio climático.
• Convertir un excedente forestal infrautilizado en una fuente de energía renovable, local y competitiva. 

Este enfoque supone un cambio de paradigma: es necesario dejar de concebir el bosque únicamente como un espacio a proteger o como un riesgo cuando arde, y comenzar a entenderlo como un activo territorial capaz de generar actividad económica, empleo y energía de proximidad. El uso energético de la biomasa residual permite priorizar la prevención, dotar de rentabilidad los trabajos forestales y asegurar su continuidad.

La experiencia de Aiguasol: planificación técnica y viabilidad

En Aiguasol, cooperativa de trabajo con más de 25 años de experiencia en el sector energético, hemos constatado que este cambio de mirada es viable cuando se combina una planificación territorial rigurosa con análisis técnicos y económicos sólidos.

Un ejemplo es el estudio elaborado conjuntamente con el Consejo Comarcal del Baix Llobregat, orientado a definir un modelo integrado de gestión forestal y aprovechamiento energético de la biomasa generada en los trabajos de prevención de incendios en las Montañas del Baix. El modelo propuesto ha contemplado:

• La identificación de proyectos de redes de calor y calderas de biomasa en los municipios.
• El dimensionamiento de calderas y redes de calor para abastecer edificios públicos, con un análisis detallado de costos asociados.
• La evaluación de la viabilidad técnica y económica del modelo organizativo para la recolección, procesamiento, almacenamiento y distribución de astilla forestal. Se han estimado los costos de inversión y operación, y definido precios óptimos de compra y venta de astilla. 

Los análisis realizados —dimensionamiento de calderas, estudio de demanda energética e identificación de posibles redes de calor de distrito— indican períodos de retorno de la inversión de entre 10 y 12 años. Esta viabilidad económica permite conectar directamente la gestión forestal preventiva con la reducción de emisiones y la descarbonización del parque público de edificios.

El proyecto supone un triple impacto positivo: económico (generando actividad y empleo local), ambiental (reduciendo emisiones y riesgos de incendio) y social (fomentando la cohesión territorial y la implicación de los municipios).

Más allá de la prevención, la gestión forestal se convierte en una estrategia para transformar los bosques en motores de resiliencia, sostenibilidad y cohesión territorial, demostrando que cuidar el territorio es invertir en un futuro más seguro y próspero.